"Yo no soy un ser, sino un montón de interpretaciones de copias de personalidades" le intentaba explicar, mientras él miraba mi techo psicodélico, resultado de un ataque adolescente.
Cambió de tema abruptamente, sin respetar siquiera mi cara de pasión, esa que nadie sabe ver. Reí, qué más hacer. Reí y le contesté que prefiero el dulce de leche granizado.
Dejé de hablar inútilmente, mejor otro round de amor. Ahora pensaba en que quería acabar y llamar a Mercedes a ver si me había podido conseguir las cosas que le había encargado, y con alguna mala excusa me iría para así echarlo en cuanto terminásemos.
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